AmazoníaCargaron sus provisiones de chicha, plátano, yuca, carne y pescado. En tres canoas, aguas abajo por el río Curaray, una entusiasta comitiva del Territorio Ancestral Kichwa Kawsak Sacha se puso en marcha. Su meta era llegar a Urbina, la comunidad más próxima al otro lado de la frontera en el Departamento de Loreto, Perú.

A estos comuneros de Pastaza, una de las seis provincias amazónicas de Ecuador, les urgía reunirse con sus vecinos peruanos para plantearles sus problemas y juntos acordar algunas soluciones. Y para eso, por iniciativa propia, promovieron un encuentro binacional de pueblos ancestrales.

En los últimos meses, Rosa Vargas Inmunda, sacha runa yachay kuraka warmi líder) de Kawsak Sacha,  y la mayoría de su gente están muy preocupados por lo que está ocurriendo en su selva y en la Zona Intangible (inviolable) del Parque Nacional Yasuní.

La presencia de madereros, cazadores y pescadores ilegales está causando graves problemas. Lo gravísimo es que en la Zona Intangible habitan los Taromenane y Tagaeri, dos pueblos indígenas de Ecuador que superviven en aislamiento. Esa presión los está empujando a salir y quienes viven en Territorio Kawsak Sacha temen posibles enfrentamientos.

Mamá Rosa se lamentó porque "no hay suficiente control por parte del Ejército ecuatoriano y del Estado en general" sobre todo en la Zona Intangible (inviolable) del Parque Nacional Yasuní. 

Los dirigentes y su gente navegaron aguas abajo por el río Curaray para el encuentro binacional en Urbina, Perú. (Fotos: Jaime Plaza)

Con esa y otras preocupaciones, por cuatro días visitaron la comunidad de Urbina. Llegaron de Lorocachi, Jatun Playa, Sisa y Macao (Ecuador). Al llamado también acudieron los Apus (líderes) de Flor de Coco, Chapajal, Buenavista, Bellavista y de la comunidad sede (Perú). En el último día, el sábado 10 de febrero del 2018, los líderes ecuatorianos y sus pares, los Apus, peruanos firmaron un acuerdo escrito a puño y letra.

Los de Lorocachi, Jatun Playa, Sisa y Macao son vecinos muy cercanos del Yasuní. Su territorio, de 200.000 hectáreas dentro de Pastaza, se extiende a lo largo del límite con esta área protegida (solo les separa el cauce del río Curaray).

Pescadores, cazadores y madereros ilegales extraños llegan a su territorio para arrasar con todo: peces como bagre, bocachico y otros de sus ríos y lagunas, las tortugas charapas y sus nidos, los animales de sus bosques.

En reiteradas ocasiones los han sorprendido pescando con redes y trampas en las riveras del río y lagunas. A otros atrapando las emblemáticas tortugas charapas y escarbando sus nidos, ocultos en las playas de arena que se forman en las riveras del Curaray.

Durante la travesía y en los tres días que permanecimos en Urbina, vimos subir o bajar y otras acoderadas en las orillas a canoas a motor con pescadores.

También nos encontramos en el camino con las denominadas barcazas congeladoras (todo lo pescado lo guardan en una especie de frigorífico para luego llevar a mercados de Iquitos).

LA TALA ILEGAL de árboles y más EN EL YASUNÍ

Otro problema igual de grave o peor es la tala ilegal de maderas especiales como los gigantes árboles de cedro y chuncho desde la misma Zona Intangible.

Pedro García, Apu de la comunidad nativa de Buenavista del río Arabela, sorprendió cuando contó a todos que "siempre vi pasar inmensas boyas de madera. Me pregunto: ¿es el mismo campesino o comunero que trabaja en eso? No. La mayoría es personas que vienen de afuera".

Los comuneros saben que estas ‘mafias madereras’, en tiempo de sequía entran a la Zona Intangible y van marcando los árboles. Vuelven en invierno para talarlos y sacar la madera en una especie de balsas, aprovechando la creciente de las quebradas.

Ramón Inmunda, dirigente de la comunidad Macao, recordó que él vio a madereros sacando madera en tucos de tres y cinco metros. Fue en el sector Cononaco mientras acompañaba a su primo Pablo Rodas, quien antes era guardaparques en el sur del Yasuní.

Este problema quedó evidenciado mediante diferentes recorridos y sobrevuelos de equipos de los ministerios del Ambiente y Justicia, con el apoyo de militares y otras organizaciones, entre el 2015 y 2017.

Según el Informe Sobre Pueblos Indígenas Aislados por la Tala y Cacería Ilegal en la Zona Intangible del Yasuní, se identificaron campamentos madereros, con especial intensidad en la Quebrada Lobo y riberas del río Nashiño, dentro del Yasuní y la Zona Intangible. Estos sitios están al frente del territorio Kawsak Sacha.

En el 2017, la Fundación Alejandro Labaka, Acción Ecológica y Land is Life organizaron un monitoreo. Allí se pudieron verificar 7 puntos de tala ilegal (tres de ellos dentro de la Zona Intangible) y cuatro puntos de campamentos de caza ilegal masiva.

El Informe sobre Pueblos Aislados también advirtió que "pese a toda esta información recopilada por los ministerios no existe evidencia que se hayan implementado acciones de control y decomiso de madera por parte de las autoridades".

TRAS UN DÍA DE ESCALA, UNA BARCAZA CONGELADORA PARTIÓ DESDE URBINA AGUAS ARRIBA POR EL CURARAY.

Frente a eso Rosa Vargas, su hijo Jonathan Grefa, Eduardo Viteri y otros líderes asumieron la iniciativa de motivar un encuentro binacional. En esa misión tuvieron el apoyo de la organización Land is Life y de la Prefectura de Pastaza.

Mujeres, hombres, niños y jóvenes de Lorocachi, Sisa, Jatun Playa y Macao acudieron al llamado y se unieron a la caravana.

A medida mañana del miércoles, se encontraron y emprendieron un largo viaje río abajo a bordo de tres canoas. Nos dieron la oportunidad de acompañarles en esta travesía sinigual y en sus rostros vimos entusiasmo y decisión. Conversaban a veces en español y otras en su natal kichwa.

Sorteando empalizadas y bancos de arena en cause (el caudal bajó más de dos metros ya que no llovía desde hace tres semanas), avanzaron por más de nueve horas a través del sinuoso río Curaray. El sol brillaba al máximo.

Solo la oscuridad de la noche les obligó a hacer una pausa en su viaje e improvisar una suerte de campamento con toldos y carpas en una de las playas del Curaray. Pero ni bien el aurora se dibujó en el cielo despejado, se sirvieron un desayuno comunitario y retomaron la travesía.

AL CAER LA NOCHE, LA CARAVANA ACAMPÓ EN UNA PLAYA DE ARENA A UN COSTADO DEL RÍO CURARAY. EL DESAYUNO PARA TODOS NI BIEN AMANECÍA.

Hasta que a media tarde del jueves arribaron a Urbina, una comunidad compuesta por unas 30 casas, la mayoría con paredes de tabla y techos de zinc.

Una de estas es la casa comunal, con cubierta de ramas de palma. Allí se encontró la gente de las cuatro comunidades de Ecuador y cinco de Perú.

Propiciaron este encuentro binacional como un espacio para compartir sus problemas y acciones para afrontarlos. De uno en uno, cada dirigente ecuatoriano contó sus proyectos comunitarios y familiares, todo dentro del Plan de Manejo del Territorio Kawsak Sacha.

Las acciones de Kawsak Sacha

Eduardo Viteri reveló que su comunidad Sisa se maneja con una guía de uso de recursos del río y del bosque. Este prioriza la conservación y enseña a tomar solo lo necesario para así garantizar el alimento de sus hijos a largo plazo.

Una de sus principales acciones es impulsar proyectos como la producción de especies. Por ejemplo, seis familias de Lorocachi recolectaron los huevos de taricayas (una de las dos especies de tortugas charapas) para cuidar su incubación y luego repoblaron su zona con 6.000 tortuguitas.

El dirigente Óscar Santi expuso que en Lorocachi también delimitaron zonas para la cacería y pesca. Pero eso sí, solo para alimentar a sus familias y más no para llevar a vender, como sí lo están haciendo quienes no pertenecen al Territorio Kawsak Sacha.

Las familias de Jatun Playa, Macao, Lorocachi y Sisa también mantienen chacras donde cultivan productos de ciclo corto como yuca, plátano y papa china.

Ramón Inmunda, líder de Macao, contó que las 14 familias de su comunidad también cultivan maní y hierbas medicinales como sangre de drago y uña de gato.

En Jatun Playa plantaron 3.000 palmas. “Antes cortábamos con todo el cogollo. Pero al ver que se estaba acabando todo, nos preguntamos con qué van a construir sus casitas nuestros hijos”, fue la confesión de su dirigente Armando Grefa Vargas.

Nancy Santi, una de las dirigentes de Kawsak Sacha, destacó que este cambio es resultado de un proceso iniciado hace 25 años. Aparte que desde hace ocho años son parte del Programa Socio Bosque, mediante el cual el Estado ecuatoriano entrega un incentivo económico a quienes conservan sus bosques.

ORLANDO ROSERO, APU DE FLOR DE COCO (IZQ., COMUNIDAD INDÍGENA ARABELA DE LA AMAZONÍA PERUANA) TUVO UNA PARTICIPACIÓN MUY ACTIVA.

Los apus y los pobladores de comunidades peruanas que participaron en el encuentro binacional atendían con especial interés lo que Santi les narraba. Quienes viven en territorio Kawask Sacha saben que es prohibido cazar animales como sahinos, huanganas, charapas…

Igual que “son intocables nuestros saladeros (sitios donde aves y animales acuden a comer minerales de la tierra para mejorar la digestión) y lagunas. Allá no pueden ir de cacería, mucho menos con sus niños y mujeres”.

Armando Grefa, de Jatun Playa, advirtió que si le sorprenden a alguien infringiendo estas reglas, lo castigan con trabajo comunitario. Si reincide lo expulsan de la comunidad.

Con orgullo muestran a las tortugas charapa que, en grupos, toman sol posadas sobre los troncos de árboles arrastrados por las crecientes. Aún es común ver volar a papagayos, loras grandes y más.

“Eso es gracias al trabajo de Kawsak Sacha, lo que no ocurre con otras comunidades de más arriba como San José de Curaray, Villano…”, resalta Juana Graciela Merino, maestra kichwa de la escuela de la comunidad Nina Amarun.

Eso es cierto. Durante los dos primeros días de viaje por el río Villano y primeros tramos del Curaray, casi nada de animales o aves pudimos ver.

Ese panorama desolador se agrava más ya en territorio peruano. En la travesía, entre la ida y el regreso, no vimos tortugas charapas, peor aún uno de aquellos árboles gigantes de cedro y otros.

Preocupados por esa situación, pero a la vez motivados por las experiencias de Kawsak Sacha, los dirigentes peruanos decidieron apoyar la iniciativa ecuatoriana. Y no solo para reforzar el cuidado de su selva frente a la deforestación, caza y pesca indiscriminadas. Tras este encuentro, firmaron un acuerdo para atender sus necesidades en educación, salud y comercio justo.

ROSA VARGAS (IZQ.) Y LAS MUJERES DE KAWSAK SACHA CUMPLEN UN PAPEL PROTAGÓNICO EN EL PLAN DE MANEJO DE SUS TERRItorios.

Las resoluciones del Acuerdo Binacional
1.- Salud: Promover un convenio binacional Ecuador-Perú para la atención prioritaria de las personas de frontera con los sistemas de salud nacional y provincial.
2.- Educación: Fortalecer la Unidad Educativa de Lorocachi para atender a los pueblos de frontera con una especialización técnica amazónica e intercambios. Además, la creación de la Universidad de Integración Amazónica de los Pueblos.
3.- Deforestación: Fomentar los proyectos de reforestación por compensación de los procesos de tala de árboles.
4.- Caza y pesca: Implementar políticas de manejo y control de especies endémicas. Fomentar la implementación del Plan de Manejo de la cuenca del Curaray.
5.- Comercio justo: Establecer una agenda y plan de comercio binacional justo a implementar en la reunión de Lorocachi.

Con énfasis en sus palabras, Pedro García anunció que a partir de ahora se compromete a proteger sus bosques, ríos y lagunas.

Al igual que él, los dirigentes de estos pueblos de las cuencas alta y baja del Curaray, en la frontera Ecuador-Perú, están decididos a cumplir sus objetivos y a defender con todo el Yasuní. Para eso se comprometieron incluso a tener un segundo encuentro binacional. Esta vez lo harán entre el 22 y 25 de julio en Lorocachi.

LAS COMUNIDADES DEL TERRITORIO KICHWA KAWSAK SACHA ESTÁN RESUELTAS A DEFENDER SU SELVA Y AL YASUNÍ.

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